Bolzano, 10 de Septiembre de 2003
"Si algún día se descubre la vacuna contra el
Sida, ocurrirá probablemente en la Amazonía."
Con éste y otros argumentos las grandes
compañías y laboratorios farmacéuticos del
mundo se internan en la Amazonía para extraer, en la
mayoría de casos en forma ilegal, especies útiles
para la producción de medicinas. La biopiratería es
el robo de los recursos intelectuales - conocimientos y
técnicas curativas indígenas - y biológicos
de las regiones ricas en biodiversidad, para su
utilización con fines comerciales. Ecuador, Bolivia,
Brasil, Venezuela, Colombia, Perú, Surinam y Guyana ven
amenazadas sus ya vulnerables regiones amazónicas por esta
nueva forma de agresión.
El fenómeno se inició hace 15 años y sus
mecanismos son diversos: los traficantes, bajo el disfraz de
turistas recolectan hongos, animales, semillas y plantas para
enviar al exterior; otras veces compran extensiones de bosque
tropical en donde hacen bioprospección para identificar
las especies. Además, ingresan a las comunidades
indígenas con diversos mecanismos para extraer el
conocimiento acerca de estos recursos. En fin patentan los
productos en el exterior, los procesan y los comercializan
llevándose todas las ganancias.
Los casos de biopiratería en la región de la Cuenca
Amazónica son innumerables. En Ecuador, por ejemplo, se
dio uno de los más conocidos relacionado con la patente
sobre la ayahuasca. Durante la década de los 80, el
dueño de un laboratorio farmacéutico
estadounidense, Loren Miller, obtuvo plantas de ayahuasca del
pueblo Cofán y al llegar a Estados Unidos obtuvo la
patente de la planta. En 1996, la Coordinadora de las
Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica
(Coica, www.coica.org)
presentó una solicitud de revocatoria de la patente, pues
la ayahuasca es una planta sagrada que pertenece a los pueblos
indígenas amazónicos y que se ha utilizado
ritualmente por cientos de años. A pesar de que la patente
fue cancelada se la reestableció en el 2001 al mismo Loren
Miller.
Del mismo país, 750 ranas de la especie Epipedobates
tricolor - que producen la epibatidina-analgésico 200
veces más potente que la morfina - fueron robadas y el
analgésico fue patentado en Estados Unidos. En
Perú, se generó un escándalo a raíz
de que el gobierno japonés secuestrara el yacón,
tubérculo que tiene sabor dulce, pero no engorda y que
podría reemplazar al azúcar. En el hecho
habrían estado involucrados el Centro Internacional de la
Papa y autoridades peruanas, que sabían que las semillas
iban a ser llevadas a Japón y no tomaron ninguna
acción legal. El caso del yacón es una
pérdida para Perú y otros países que han
cultivado la especie por siglos. Estudios señalan que el
tráfico de especies y conocimiento genera a la
región amazónica pérdidas anuales superiores
a los 10.000 millones de dólares.
La Asociación para los Pueblos Amenazados (APA) pide que
se haga todo lo posible para acabar ya con la
biopiratería. En términos políticos esto
significa que los compromisos asumidos en el Convenio sobre la
Diversidad Biológica deberían tener prioridad sobre
los compromisos asumidos por los gobiernos en otros foros, como
la Organización Mundial del Comercio y que todas las leyes
relativas a los derechos de propiedad intelectual deberían
excluir las patentes de organismos vivos, seres vivos y sus
partes. El acceso a los recursos genéticos o al
conocimiento asociado a éstos debería basarse
exclusivamente en el consentimiento fundamentado previo de los
pueblos indígenas y las comunidades locales y obtenerse,
en caso de ser otorgado, de una manera que no entre en conflicto
con sus derechos colectivos.