Bolzano/Bozen, Göttingen, 8 de agosto de 2007
La Asociación para los Pueblos Amenazados (APA)
está sumamente preocupada por el crecimiento de demanda de
biodiesel en Europa que amenaza a millones de nativos en todo el
mundo. En Indonesia y Malaysia las víctimas directas de
los planes gubernamentales de extender las plantaciones de palma
de aceite son 47 millones de personas. Malaysia e Indonesia
producen juntos el 85% del rendimiento mundial de palma de
aceite. Los dos países asiáticos piensan sacrificar
grandes áreas de bosque para nuevas plantaciones a pesar
de que las áreas sean territorio ancestral de diversos
pueblos indígenas. Las personas que ahí viven
quedarán sin casa y sin su base económica, lo que
en último significa la pérdida de su cultura e
identidad.
La APA pide que cualquier proyecto para nuevas plantaciones sea
sustentable no sólo por el aspecto ambiental, sino
también por su aspecto social. Será entonces
evidente que no hay nada de sustentable en la producción
de biodiesel. Para los pueblos nativos el respecto de los
derechos a la tierra y a participar a cualquier decisión
que tenga que ver con sus vidas es una cuestión de
supervivencia. Generalmente la palma de aceite es cultivada sin
informar ni mucho menos pedir el permiso de las poblaciones
locales, las protestas por el robo de la tierra y la
destrucción de los bosques son dispersadas con violencia y
las indemnizaciones prometidas por lo general nunca llegan.
Sabemos que hay pueblos nativos desplazados por las plantaciones
de palma de aceite en Colombia y en Camboya y según varios
informes de organizaciones para los derechos humanos la
productividad de las plantaciones en Birmania está
garantizada por los trabajos forzosos.
En todo el mundo hay más o menos 5.000 pueblos
indígenas en 75 países por un total de 300 millones
de personas. Componen este vasto grupo también los 70
millones de Adivasi en India, los Saami en el norte de Europa,
los pueblos indígenas del norte, centro y sur de
América, los San en África meridional, y muchos
otros más. En 1994 las Naciones Unidas declararon al 9 de
agosto Jornada Internacional de los Pueblos Indígenas. El
mismo día de 1982 se había encontrado por primera
vez el Grupo de Trabajo en asuntos Indígenas de las
Naciones Unidas, que ha seguida con encontrarse todos los
años hasta que fue disuelto en 2007, a pesar de las muchas
protestas internacionales.